Esta patología fue protagonista hace varias décadas, cuando en 1971 nació David Vetter, conocido como “el niño burbuja”. Se le llamó así porque realmente vivió toda su vida encerrado en una especie de burbuja de plástico, que lo mantenía aislado de microorganismos patógenos.
Únicamente salió de esta en siete ocasiones (estando protegido por un traje diseñado por la NASA). Con 12 años, este niño fue sometido a un trasplante, la única esperanza que tenía, y salió bien durante los primeros meses, hasta que se descubrió que, en el tejido donado, procedente de su hermana mayor, había partículas de un virus responsable de la mononucleosis. Esta infección, que ya para cualquier paciente es perjudicial, resultó fatídica para David Vetter.
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